¿Sabías por qué determinado calibre se llama PIE DE REY?
Durante el Renacimiento se afirmaba que Dios había creado el Universo de acuerdo con la armonía y su consecuencia métrica.
Y dentro de aquella maravilla el hombre era la obra cumbre.
En esa época se medía en codos, pies y palmos: medidas antropométricas acordes con la idea de que “el hombre es la medida de todas las cosas”, recuperando la costumbre clásica seguida por los pueblos de la antigüedad.
Pero había un grave problema: cada país (incluso cada civilización antigua) tenía unas medidas sutilmente diferentes. No medía lo mismo un pie castellano que uno aragonés, romano, griego o babilónico.
Claro está que los pies tomados como modelo no eran pies cualesquiera, sino los de una persona importante como el rey, más divino que humano. Ya fuera el pie de Filicteras de Macedonia o el de algún rey castellano.
Por ejemplo, el tal pie castellano equivalía a doce pulgadas o dieciséis dedos. Y lo describen así: “El pie es una tercia de vara castellana, que tiene cuatro palmos, y cada palmo cuatro dedos, y cada dedo, cuatro granos de cebada ladilla”. Y lo comparan así: “El codo egipcio tiene mil ochocientas veinte y cuatro partes de las mil que componen el pie de Inglaterra. El pie de Rey tiene mil sesenta y ocho partes de las mil del usado en Castilla”.
El pie de Burgos medía 27,86 cm y el de Madrid 28,10 cm y todos se subdividían en pulgadas, dedos y puntos.
Para las tareas de precisión de arquitectos, ingenieros, modelistas, impresores, etc… se utiliza un calibre para medir longitudes menores al palmo o al pie de rey (menos de 30 cm para entendernos) y estos instrumentos de precisión reciben el nombre de pie de rey en alusión a la antigua medida.