Comulga con ruedas de molino el ingenuo e inocente a quien un exceso de buena fe vuelve confiado.
El origen de la expresión se encuentra en una hipérbole, una extrema comparación entre la rueda de molino o muela y la hostia con la que se comulga. Un desproporcionado paralelismo de tamaño que resalta la obviedad de que nadie podría tragar la una por la otra. A menos que se tratase de un tonto infeliz incapaz de advertir un engaño tan claro.
La expresión también se utiliza en sentido negativo: yo no comulgo con ruedas de molino, queriendo significar que no se es tan tonto como para caer en el engaño planteado.