La nutrición deportiva vive sumergida en una paradoja fascinante: mientras más información tenemos disponible, más confundidos parecemos estar. Instagram nos bombardea con «biohacks milagrosos», YouTube está plagado de gurús que prometen transformaciones épicas, y cada semana aparece un nuevo suplemento «revolucionario». Sin embargo, los deportistas profesionales que conozco siguen aplicando estrategias sorprendentemente simples.
Después de años observando qué funciona realmente en pista y carretera, puedo decirte que la diferencia entre un buen rendimiento y uno mediocre no está en el último súperalimento de moda, sino en dominar unos pocos fundamentos que la mayoría ignora.
Por qué seguimos perdidos en el ruido
El problema no es la falta de información, sino su exceso mal filtrado. Cada día aparecen estudios nuevos, pero pocos se molestan en leer más allá del titular. Un estudio con 12 personas sedentarias durante 4 semanas se convierte en «la nueva revolución del rendimiento». Un influencer prueba algo durante dos semanas y ya es «el protocolo definitivo».
Mientras tanto, las estrategias con décadas de evidencia sólida se perciben como «aburridas» porque no generan clicks ni venden cursos a 497€.
Los pilares que sí mueven la aguja
El entrenamiento de fuerza no es negociable
Aquí viene la primera píldora difícil de tragar: si no entrenas fuerza regularmente, da igual lo sofisticada que sea tu estrategia nutricional. He visto corredores obsesionados con el timing perfecto de carbohidratos que no pueden hacer ni una sentadilla decente.
La fuerza mejora tu economía de carrera, reduce el riesgo de lesión y te permite mantener la intensidad cuando el cansancio aprieta. No necesitas convertirte en powerlifter, pero sí dedicar 2-3 sesiones semanales a trabajo de fuerza con progresión clara.
Comes suficiente o entrenas mal
La restricción calórica crónica es el asesino silencioso del rendimiento. Lo veo constantemente: deportistas que se matan entrenando mientras comen como si estuvieran haciendo dieta de playa.
Las señales son claras: hambre constante, bajones de rendimiento inexplicables, sueño fragmentado, lesiones «tontas» que no deberían pasar. Tu cuerpo no es una máquina que funciona solo con fuerza de voluntad; necesita combustible para rendir y recuperar.
Proteína: cantidad y distribución importan
Los rangos útiles siguen siendo 1.6-2.2g por kilo de peso corporal al día, pero el timing marca diferencias reales. Mejor 4 tomas de 25-30g que dos comilones de 50g cada una.
La toma post-entreno no es mágica, pero sí práctica: ese batido de proteína en la primera hora después del entrenamiento facilita la recuperación muscular cuando más la necesitas.
Hidratación inteligente, no compulsiva
Beber agua sin más no es hidratación; es dilución. En sesiones largas necesitas reponer sodio junto con líquidos. La fórmula básica: 400-800mg de sodio por litro de agua durante esfuerzos prolongados.
El color de la orina sigue siendo tu mejor indicador: amarillo pálido es perfecto, transparente significa que te estás pasando, amarillo intenso que vas retrasado.
Carbohidratos estratégicos
No necesitas carbohidratos constantemente, pero sí en momentos clave. Sesiones de alta intensidad, entrenamientos largos y competiciones son donde realmente marcan la diferencia.
Durante el esfuerzo: 30-60g por hora en ejercicios de 1-2 horas, hasta 90g/hora en ultra distancias. La clave está en entrenar tu intestino gradualmente, no improvisar en carrera.

Los suplementos que valen la pena
Creatina monohidrato
Sigue siendo el rey por algo. Mejora potencia, fuerza y recuperación en prácticamente todos los deportes. 3-5g diarios, sin necesidad de fases de carga complicadas.
El mito del «retiene líquidos» es precisamente su mecanismo de acción: aumenta el agua dentro de las células musculares, donde debe estar.
Multivitamínicos
Pueden cubrir agujeros nutritivos reales en deportistas con alto volumen de entrenamiento, dietas restrictivas o poca variedad alimentaria. Lo que importa es la calidad: formas biodisponibles (magnesio bisglicinato en lugar de óxido, metilcobalamina para la B12), dosis realistas y sin rellenos innecesarios. Un buen multivitamínico no promete 200% de todo en una cápsula. Puedes consultar esta guía sobre los mejores multivitamínicos para el deporte.
Si entrenas mucho, viajas constantemente o tienes restricciones dietéticas importantes, puede marcar diferencias sutiles pero reales en recuperación y bienestar general.
Nitratos (zumo de remolacha)
Útiles en esfuerzos submáximos prolongados, especialmente si no eres súper entrenado. El protocolo típico: 300-600mg de nitratos 2-3 horas antes del ejercicio.
Beta-alanina
Para esfuerzos de 1-4 minutos de alta intensidad. Requiere constancia: 3-5g diarios divididos en varias tomas durante 4-6 semanas para ver efectos.
Suplementos en zona gris
Omega 3
Vale la pena si comes poco pescado azul. Busca productos con al menos 1g combinado de EPA+DHA diarios. La calidad importa más que el precio bajo.
Vitamina D
Fundamental si vives en latitudes altas, entrenas en interiores o tienes piel oscura. Una analítica te sacará de dudas mejor que cualquier consejo genérico.
Colágeno
Puede ayudar en problemas tendinosos específicos (10-15g diarios + vitamina C), pero no sustituye un buen programa de fortalecimiento progresivo.
Lo que no funciona (y puedes ahorrar el dinero)
- BCAAs si ya comes suficiente proteína: redundantes y caros. Esa proteína completa que tomas ya los contiene.
- «Quemagrasas» varios: L-carnitina, CLA y compañía tienen evidencia débil en el mejor de los casos.
- Detox y «limpiezas»: tu hígado y riñones ya se encargan de limpiar. No necesitan ayuda de batidos a 60€.
- Megadosis de antioxidantes: pueden interferir con las adaptaciones naturales al entrenamiento.

Cómo comer sin volverse loco
La plantilla básica
- Base del plato: verduras + tubérculo o cereal (arroz, pasta, patata)
- Proteína: una palma de carne, pescado, huevos o legumbres
- Grasa de calidad: aceite de oliva, frutos secos, aguacate
Timing práctico
- Pre-entreno (60-90 min antes): algo ligero con carbohidratos de fácil digestión
- Durante: solo si superas los 90 minutos de esfuerzo continuo
- Post-entreno (0-2h después): comida normal con proteína y carbohidratos
Ejemplos reales
- Desayuno: yogur griego con avena, fruta y un puñado de nueces
- Comida: arroz con pollo y verduras salteadas
- Cena: pescado al horno con patata asada y ensalada
- Post-entreno: bocadillo de jamón ibérico o batido de proteína con plátano
Errores que matan el rendimiento
Entrenar siempre fuerte: la intensidad constante lleva al sobreentrenamiento. Necesitas días fáciles de verdad.
Deficit calórico + alto volumen: combinar restricción calórica con mucho entrenamiento es una receta perfecta para el estancamiento.
Copiar estrategias ajenas: lo que funciona para el campeón de tu club puede no funcionarte a ti. Tu genética, horarios y circunstancias son diferentes.
Cambiar todo a la vez: imposible saber qué variable está funcionando si modificas dieta, suplementación y entrenamiento simultáneamente.
Conclusión
La nutrición deportiva efectiva no requiere un doctorado en bioquímica ni un presupuesto de deportista profesional. Requiere consistencia en lo básico y criterio para filtrar el ruido.
Domina la fuerza, come suficiente energía y proteína de calidad, hidrátate inteligentemente y usa pocos suplementos bien escogidos. El resto suele ser distracción cara.
La diferencia entre buenos y grandes deportistas no está en los detalles del 5% final, sino en la ejecución implacable del 80% fundamental que todos conocemos pero pocos aplicamos consistentemente.