
Hay chistes y chistes. Estos son chistes de lenguaje: ambigüedades, equívocos, juegos de palabras… En definitiva, chistes malos… O no.
-Todas me llaman feo hasta que se enteran de cuánto gano.
-¿Y cómo te llaman entonces?
-Feo y pobre.
-Ayer, buceando, un amigo mío «contenió» la respiración diez minutos.
-Será «contuvo».
-No, no, ni tubo ni nada.
-¿Practicas algún deporte extremo?
-Bueno… de vez en cuando le llevo la contraria a mi mujer.
-¡Hola, tío! ¿Cómo estás? Te llamo porque no se te ve el pelo por el bar… ¿qué tal la vida de casado?
-Nunca he sido tan feliz, tío.
-Te está escuchando ella ¿verdad?
-Super feliz.
-Ánimo, tío.
-Anoche se rompió la tele y estuve hablando con mi mujer… ¡es muy simpática!
-Me dijeron: Estudia, que llegarás lejos. Y aquí estoy… a 2.300 km de mi casa.
-Me he comprado un coche de esos que se conducen solos.
-¡Hala! ¿Y dónde está?
-¡Y yo qué sé!
-Póngame un bocadillo de lomo, por favor.
-Lo siento, acabo de limpiar la plancha.
-Pues nada, ya vendré mañana cuando la tenga llena de mierda.
-Vaya putada lo del apagón. Me tiré 15 minutos encerrado en el ascensor.
-¡A mí me lo vas a decir! ¡Yo estuve una hora en las escaleras mecánicas!
-Disculpe, dígale a su hijo que no me imite.
-¡Niño, deja de hacer el gilipollas!